El próximo jueves, 12 de junio, a las 19:00 horas en el espacio “Ámbito Cultural” del Corte Inglés, el investigador de la UEx José Manuel Vaquero impartirá la charla “Retos Globales del Planeta Tierra: una visión desde las Geociencias".
La entrada es gratuita, pero debido al aforo limitado se ruega inscripción previa llamando al teléfono 924 21 33 15 o enviando un e-mail a miguel_luna@elcorteingles.es
La conferencia abordará los grandes problemas que preocupan a la sociedad, tales como el cambio climático, las tormentas solares y su influencia en la tecnología, caída de meteoritos potencialmente devastadores, entre otros aspectos.
José Manuel Vaquero es profesor titular de Universidad, miembro del Departamento de Física de la Universidad de Extremadura y del Grupo de Investigación AIRE (Física de la Atmósfera, Clima y Radiación de Extremadura).
La Universidad de Extremadura, a través de la Fundación Universidad Sociedad y el Servicio de Difusión de la Cultura Científica, colabora en este espacio de agenda cultural promovido por el Corte Inglés:www.ambitocultural.es
De acuerdo con los resultados de una tesis doctoral de la Universidad de Extremadura, el conejo silvestre y el ratón de campo comparten las mismas cepas víricas de la enfermedad hemorrágica del conejo. Es un factor más a tener en cuenta para comprender la epidemiología de esta grave patología, que causa estragos en las poblaciones de conejo y tanto preocupa a conservacionistas y cazadores
El conejo silvestre contribuye al equilibrio y diversidad de nuestros ecosistemas. Está en la base de la cadena alimentaria de más de 40 vertebrados, entre ellos, especies en peligro de extinción como el Lince Ibérico (Lynx pardinus) y el Águila Imperial (Aquila aldalberti). Sus excrementos son, a su vez, alimento para los ratones de campo y otros animales, y juegan un papel muy importante en la dispersión de semillas.
La estrecha relación entre los conejos y los ratones de campo en el ámbito eco-epidemiológico ha sido objeto de un profundo estudio plasmado en la tesis realizada por el investigador Tomás Merchán, miembro del Grupo de Investigación para el Aprovechamiento y Conservación del Monte de la Universidad de Extremadura, y titulada Eco-epidemiología de la enfermedad hemorrágica del conejo (EHC) en el conejo de monte (Orycolagus cuniculus L.) en el centro-oeste de la Península Ibérica.
Durante 10 años, los investigadores han desarrollado distintos trabajos de campo relativos al estudio de los procesos de adaptación virus-hospedador en la enfermedad hemorrágica del conejo (EHC), producida por un virus ARN, de la familia Caliciviridae y con una alta tasa de mutación. Se han estudiado en concreto las cepas víricas que provienen de la cepa de EHC invasora que llegó a la Península Ibérica en 1989 y que, desde entonces, manifiesta brotes epizoóticos anuales que dañan de manera significativa las poblaciones de conejos silvestres.
“Uno de los principales resultados de esta investigación ha sido demostrar, por primera vez en la Península Ibérica y en estas especies, que el virus de la enfermedad hemorrágica del conejo es capaz de “saltar” a otras especies hospedadoras distintas del conejo, en este caso los ratones de campo”, subraya Tomás Merchán. Mediante técnicas de biología molecular y experimentos controlados con ratones de campo (Apodemus sylvaticus) y ratones morunos (Mus spretus), se ha comprobado que estas especies pueden albergar y mantener las mismas cepas víricas de la enfermedad hemorrágica.
En la naturaleza, el contagio parece tener una clara explicación. Los ratones conviven con los conejos de forma simpátrica, es decir, se mueven y cobijan en las madrigueras de conejos y, además, se alimentan de los excrementos de estos. Es precisamente en las heces donde se encuentra la mayor concentración del virus de la enfermedad hemorrágica.
Además, Merchán ha observado que “hasta un 6% de los roedores analizados pueden almacenar el virus en su cuerpo y que pueden hacerlo durante dos meses sin desarrollar la enfermedad, pero con capacidad de diseminarlo a su vez”. Así, en otra fase experimental del estudio, se demostró que ratones infectados por conejos con el virus de la enfermedad hemorrágica del conejo, transmitieron el virus a otros conejos con los que convivieron, provocándoles una respuesta inmune.
“Los ratones son unos excelentes centinelas, nos podrían ayudar a determinar las cepas de los virus que afectan a las poblaciones de conejos con las que cohabitan. Por tanto, se abre una nueva etapa en el conocimiento de la epidemiología de esta enfermedad, necesitando profundizar en la relación conejo-ratón para determinar el posible efecto sobre la inmunidad y diseminación del virus que acontece en la naturaleza”, añade Merchán.
Los ratones ayudan de ese modo al proceso de adaptación del virus con su hospedador. Se produce un contagio recíproco entre el conejo y el ratón, de manera que hay evidencia de trasiego de virus y de que ambas especies comparten las mismas cepas víricas. Este hallazgo abre nuevos interrogantes sobre el papel de los ratones en la epidemiología de la enfermedad, pudiéndose dar el caso de que los ratones favorecieran el mantenimiento de la inmunidad natural de las poblaciones de conejo, según explica el investigador de la UEx, Gregorio Rocha, director de esta tesis.
Repoblaciones controladas
Los resultados de la investigación, basados en el estudio de un gran número de poblaciones de conejos tanto en Cáceres (Zarza de Granadilla, Abadía, Plasenzuela, La Cumbre, Santa Marta de Magasca y Botija), como en Badajoz (Valencia de las Torres, Reina, Talarrubias, Mérida, Villafranca de los Barros y Jerez de los Caballeros), apuntan también a que las altas densidades de conejo están relacionadas con una elevada prevalencia de anticuerpos frente a la enfermedad hemorrágica del conejo. En este sentido, los investigadores han determinado que cerca del 25% de las poblaciones salvajes y sanas de conejos estudiadas durante el mes de julio, albergan el virus RHDV en su organismo, concretamente en el hígado, y no padecen la enfermedad. Sin embargo, de este porcentaje, el 13% es seropositivo, está permanentemente infectado y pueden transmitir la enfermedad. Por ello, “las repoblaciones de cotos y espacios protegidos deberían estar controladas desde un punto de vista serológico y, además, supervisadas”, declara Rocha, “ya que las poblaciones con buenas condiciones de hábitat, aunque en escasa densidad, pueden ser recuperadas mediante manejos adecuados en cuanto a incorporaciones de individuos y extracciones por la caza”. De acuerdo con estas premisas y en el marco de esta investigación, se ha ejecutado con éxito una repoblación de conejos en Granadilla, cerca del pantano de Gabriel y Galán, pasando de una densidad muy baja de conejos a una densidad media.
Para Merchán, es importante también identificar las poblaciones estables con alta densidad e inmunidad natural elevada y monitorizarlas desde un punto de vista serológico y genético, teniendo en cuenta el hábitat natural, para proponer con ello modelos útiles en otras poblaciones.
La situación actual del conejo se ha visto agravada con la irrupción en 2011 de una nueva cepa vírica de la EHC, conocida como la variante francesa, que afecta a los gazapos jóvenes menores de 30 días y que está provocando una gran mortalidad.
Se trata de la tortuga acuática autóctona de la Península Ibérica. Los resultados de esta investigación llevada a cabo por Alfonso Marzal, profesor de la Facultad de Ciencias de la UEx, en colaboración con el Museo Nacional de Ciencias Naturales, revelan que durante el embarazo, el rendimiento del aparato locomotor de las hembras de galápago leproso grávidas disminuye debido al peso adicional adquirido, por lo que aumenta el riesgo de depredación.
La realidad del comportamiento humano se ve en numerosas ocasiones reflejada en el de los animales, por ello, a menudo los modelos animales permiten investigar problemas que son difíciles de estudiar directamente en personas. Los animales, ante diversas situaciones de riesgo como el ataque de un depredador, deben decidir qué comportamiento seguir, dependiendo de su condición física y su valor reproductivo residual.
Es el caso de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Extremadura, en el que se ha analizado el comportamiento de hembras de galápagos adultas embarazadas de la especie Mauremys leprosa ante situaciones de riesgo.
Las investigaciones revelaron que, dependiendo del estado reproductivo en el que se encuentre el reptil, las respuestas de comportamiento ante condiciones de riesgo varían. Para ello, como explica el investigador de la UEx Alfonso Marzal “expusimos al reptil a varias situaciones de peligro. Simulamos ataques de depredadores y medimos el tiempo que las tortugas tardaban en ocultarse completamente en el interior de sus caparazones. También se evaluó el tiempo que permanecían inmóviles antes de comenzar a escapar del depredador (es decir, los tiempos de espera) y la actividad exploratoria de las mismas”.
El estudio llevado a cabo en dos localizaciones muy específicas, concretamente en Olivenza y Alconchel, desveló que la diferencia de peso entre hembras grávidas, es decir embarazadas, y hembras no grávidas marca la reacción de las mismas, debido fundamentalmente a la carga en su interior de huevos y al mantenimiento de embriones. Así, una hembra embarazada tiene una reacción más lenta ante una situación de peligro y tienden a asumir menos riesgos para proteger no sólo sus huevos sino también su mayor valor reproductivo potencial, pues su condición física se ve mermada.
Sin embargo, en lo que se refiere al comportamiento exploratorio de estos réptiles, se puedo comprobar que el hecho de estar preñada no afecte este parámetro, tal y como nos aclara Alfonso Marzal, “en nuestro estudio, el número de embarazos no afectó el comportamiento exploratorio, lo que sugiere que este factor podría ser poco importante para la exploración en nuevos entornos o que el efecto podría ser enmascarado por otros factores”.
Las investigaciones también demostraron que no sólo cambia el comportamiento de las tortugas por el hecho de tener en su interior más huevos o menos, sino que también las hembras grávidas tienen un valor reproductivo mucho mayor que el resto de hembras y por ello no asumen riesgos.
El galápago leproso
El galápago leproso (Mauremys leprosa) es una especie de galápago semiacuático de la familia Geoemydidae, la tortuga acuática autóctona de la Península Ibérica. Se distribuye exclusivamente por el suroeste de Europa (Francia, Portugal y España) y noroeste de África. Vive en masas de agua dulce como ríos o pantanos. En los últimos años se ha observado una reducción en el número de individuos e, incluso, la desaparición de varias poblaciones en la Península Ibérica.
Es carnívora, se alimenta básicamente de otros animales (ranas, tritones, caracoles, insectos, gusanos, pequeños crustáceos, pequeños peces, sanguijuelas, etc.), aunque puede ingerir alimento de origen vegetal y solo suele salir del agua para tomar el sol y rara vez, para investigar su terreno.
Referencia Bibliográfica
Ibáñez A, Marzal A, López P, Martín J. (2015). Reproductive state affects hiding behaviour under risk of predation but not exploratory activity of female Spanish terrapins. Behav Processes 111:90-6. doi: 10.1016/j.beproc.2014.12.004. Epub 2014 Dec 17.
Muchos árboles acompañan cuentos y leyendas populares. El tejo es una de estas especies, considerada sagrada para los celtas y envuelta en un especial halo de misterio gracias a su longevidad, puede vivir hasta 2.000 años, y las propiedades medicinales de algunos de sus componentes, el taxol, un alcaloide utilizado en el diseño de fármacos anticancerígenos.
El tejo, Taxus baccata L, es el único árbol catalogado como especie en peligro de extinción por el Gobierno de Extremadura, según el Decreto 37/2001. Esta especie ha sido objeto de investigación por parte del Grupo Investigación Forestal de la Universidad de Extremadura en el marco de su línea de investigación relativa a la biología y conservación de especies relictas. El objetivo, iniciado en 2002, ha permitido al grupo estudiar la conservación de más de veinte especies arbóreas amenazadas, con la finalidad de remediar el estado de conservación desfavorable, a través de proyectos financiados en una primer etapa por el Gobierno de Extremadura y desde 2006 mediante convocatorias del Plan Nacional de I+D.
Los resultados del estudio advierten que el tejo vive en un ambiente marginal y en condiciones desfavorables en Extremadura. Son poblaciones fragmentadas, separadas por largas distancias que impiden la polinización necesaria para la regeneración de la especie. “El tejo es una especie relativamente común en el nordeste de Europa. En el sur de Europa y Norte de África se hace cada vez más raro debido a las sequías, los incendios forestales y el pastoreo excesivo. Todo ello ha acentuado el declive y aislamiento de la especie”, afirma el experto de la UEx, Fernando Pulido, responsable de esta investigación. En la Península Ibérica y en Extremadura, el tejo habita en zonas húmedas de montaña cerca de arroyos. “En este sentido, su inaccesibilidad se convierte en su mejor protección frente a la amenaza del fuego y pastoreo”, sugiere Pulido.
En un primer momento de la investigación, los expertos de la UEx han identificado y localizado en torno a 200 ejemplares en un inventario y mapa de esta especie en Extremadura. Esta localización previa ha permitido llevar a cabo el estudio en las tres zonas con una densidad de población relativamente alta, en torno a 20 y 30 árboles: Nuñomoral en las Hurdes, que acoge la reserva más grande de tejos, Garganta de Cuartos en Losar de la Vera y Garganta de los Papúos en el Valle del Jerte.
Enemigos del tejo
“La peculiaridad del tejo es que hay árboles “machos” que generan polen pero no frutos, y árboles “hembras” que producen sólo frutos”, explica Pulido. Para que la especie se reproduzca, el polen tiene que llegar hasta los ejemplares productores de frutos y polinizarlos. Sin embargo, y así lo ha demostrado el equipo de la UEx, las grandes distancias entre los ejemplares obstaculizan la polinización. Para llegar a esta conclusión dividieron los árboles en dos grupos, el primero polinizado de manera natural y el segundo polinizado artificialmente. Esta metodología ha permitido a los investigadores comprobar que los tejos polinizados de forma artificial multiplicaron por tres la producción de frutos. Así, queda probado que es la ausencia de polen y no otros factores, la causa detrás de la disminución de frutos.
Además, los investigadores han encontrado otro problema añadido a la polinización y que afecta también a la regeneración de la especie en ambientes marginales. Los frutos del tejo están formados por un arilo rojo que envuelve la semilla. Su vistoso color atrae a los pájaros y mamíferos que comen la parte carnosa y blanda del fruto, expulsando así la semilla. De esta manera, los animales favorecen la diseminación de las semillas y su germinación, ya que se trata de una especie gimnosperma, como los pinos y abetos. Sin embargo, los investigadores han comprobado que el consumo de las semillas por parte de los roedores impide en muchos casos la germinación de estas. Así es el caso sobre todo en poblaciones marginales de tejos donde las tasas de recogida de semillas por los roedores ascienden hasta un 92,5%, mientras que en grandes concentraciones los valores registrados son de 65,4%.
La consecuencia de la marginación ecológica es evidente. Sin polinización no hay frutos, y por tanto, tampoco semillas, y sin semillas no se produce la regeneración y nacimiento de nuevos árboles. “Los tejos que sobreviven en Extremadura son ejemplares viejos, se están muriendo y la población no se regenera, de manera similar a lo que está ocurriendo a las encinas en la dehesa extremeña”, señala Fernando Pulido. Ahora sólo falta aplicar las medidas de mitigación propuestas por los expertos para favorecer la regeneración de la especie.